El monóxido de carbono es un gas que no tiene olor, sabor ni color, convirtiéndose en un verdadero “asesino silencioso” en nuestros hogares. De hecho, la intoxicación por monóxido de carbono es la intoxicación mortal más común en todo el mundo y la principal causa de muerte por envenenamiento en Estados Unidos.
Cada año en Estados Unidos, al menos 430 personas mueren por envenenamiento accidental con este gas letal. Este peligro se intensifica especialmente cuando las personas están dormidas o han consumido alcohol, momentos en que los síntomas como dolor de cabeza, náuseas, somnolencia y confusión pueden pasar desapercibidos. Por esta razón, en nuestra guía analizaremos a fondo qué hacer ante una intoxicación por monóxido de carbono, cómo identificar los síntomas y, lo más importante, cómo prevenir esta amenaza silenciosa que podría estar acechando en cualquier rincón de nuestro hogar.
Qué es el monóxido de carbono y por qué es tan peligroso
El monóxido de carbono (CO) representa uno de los mayores peligros domésticos que existen actualmente. Este compuesto químico, con fórmula CO, es producido por la combustión incompleta de materiales que contienen carbono. Sin embargo, su verdadero peligro radica en las características que lo hacen prácticamente imperceptible para los sentidos humanos.
Gas incoloro, inodoro e insípido
El monóxido de carbono es especialmente peligroso debido a que carece de propiedades sensoriales detectables: no tiene color, no desprende olor y tampoco tiene sabor. Además, no es irritante para las mucosas, lo que significa que podemos estar expuestos a concentraciones letales sin percibirlo en absoluto.
Este gas venenoso no da señales de alerta naturales, a diferencia de otros gases como el gas natural, al que se le añaden componentes odorantes precisamente para advertir de fugas. La naturaleza imperceptible del CO hace que sea particularmente difícil detectarlo sin equipos especializados.
La inhalación de monóxido de carbono tiene consecuencias inmediatas y graves para nuestro organismo. Una vez respirado, se introduce en nuestro sistema sanguíneo a través de los pulmones y se combina con la hemoglobina de la sangre. Lo alarmante es que el CO posee una afinidad por el grupo hemo 250 veces mayor que el oxígeno, lo que significa que desplaza al oxígeno de la sangre con extraordinaria facilidad.
El resultado de este proceso es devastador: el monóxido de carbono impide que la sangre transporte oxígeno adecuadamente, provocando que los tejidos y órganos vitales como el cerebro, el corazón y los riñones no reciban el oxígeno necesario para funcionar correctamente. Este fenómeno, conocido como hipoxia, puede conducir rápidamente al colapso orgánico y, en casos graves, a la muerte.
Cómo se produce en el hogar
El monóxido de carbono se genera principalmente por la combustión deficiente o incompleta del carbono presente en diversos materiales. En nuestros hogares, existen múltiples fuentes potenciales de este gas letal:
- Artefactos a gas mal mantenidos: Calefones, estufas, hornos, calentadores y termotanques pueden producir CO cuando funcionan incorrectamente.
- Quemadores con insuficiente ventilación: Cuando no hay suficiente oxígeno para que se produzca una combustión completa, se genera monóxido de carbono.
- Vehículos en marcha en espacios cerrados: Los automóviles en garajes cerrados representan una de las fuentes humanas más importantes de CO. El tubo de escape de un coche en marcha bloqueado por nieve u otro objeto puede elevar rápidamente las concentraciones de este gas.
- Otros dispositivos de combustión: Estufas de querosén, hornos de leña, braseros, chimeneas, lámparas portátiles e incluso el humo de tabaco contribuyen a aumentar los niveles de monóxido de carbono en interiores.
Existen señales que pueden advertirnos sobre la presencia de monóxido de carbono en el ambiente, aunque el gas en sí sea imperceptible:
- Coloración amarilla o anaranjada de la llama (en lugar de azul)
- Manchas o tiznado en paredes cercanas a los artefactos
- Decoloración de los artefactos o sus conductos de evacuación de gases
Por qué se le llama ‘asesino silencioso’
El monóxido de carbono ha ganado el siniestro apodo de “asesino silencioso” por razones bien fundamentadas. En primer lugar, como ya mencionamos, actúa sin ser detectado por nuestros sentidos, circulando en silencio mientras se acumula en el aire y reemplaza al oxígeno en la sangre.
Otra característica que lo hace particularmente peligroso es que la persona puede no darse cuenta de la somnolencia como síntoma de intoxicación. Por lo tanto, alguien con una intoxicación leve puede quedarse dormido y continuar respirando monóxido de carbono hasta que se produce un envenenamiento grave o la muerte. Este riesgo se intensifica durante el sueño o cuando se han consumido bebidas alcohólicas, ya que la persona puede morir antes de presentar algún síntoma.
Por si fuera poco, incluso bajas concentraciones de CO que no producen síntomas obvios pueden causar daños a la salud a largo plazo, aún después de que se haya eliminado la fuente del gas. Las personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias, las mujeres embarazadas, los niños pequeños y los ancianos son especialmente vulnerables a sus efectos.
La combinación de estos factores —su imperceptibilidad, su alta toxicidad y su capacidad para matar silenciosamente mientras dormimos— justifica plenamente su reputación como uno de los peligros domésticos más temidos y letales.
Principales fuentes de monóxido de carbono en el hogar
Conocer las principales fuentes de monóxido de carbono en nuestros hogares es fundamental para prevenir intoxicaciones que pueden resultar fatales. Este gas letal se produce debido a la combustión incompleta de cualquier material que contenga carbono como gas, petróleo, carbón, querosén y madera.
Calefactores y estufas mal ventiladas
Los artefactos de calefacción representan uno de los mayores peligros domésticos cuando no están correctamente instalados o mantenidos. Las estufas, calefones y calderas pueden convertirse en productores de CO si no reciben el mantenimiento adecuado o si la ventilación es insuficiente.
La insuficiente ventilación es un factor siempre presente en las intoxicaciones con monóxido de carbono. Cuando estos artefactos funcionan en espacios cerrados, el oxígeno disponible disminuye rápidamente, provocando una combustión incompleta que genera este gas tóxico.
Un caso particularmente peligroso son los braseros, utilizados frecuentemente en zonas frías. Aunque parezcan inofensivos, nunca debemos dormir con un brasero encendido dentro de la habitación. Asimismo, es fundamental encenderlos fuera del hogar e ingresarlos solo cuando no se observe desprendimiento de humos.
Las dos causas más comunes para la acumulación de monóxido de carbono son la instalación incorrecta de electrodomésticos y el pobre mantenimiento o la falta de ventilación de éstos. Por esta razón, es esencial que un gasista matriculado revise anualmente todos los artefactos de calefacción.
Automóviles en garajes cerrados
Un automóvil en marcha dentro de un garaje cerrado constituye un peligro mortal. Incluso si la puerta del garaje está abierta, los niveles de monóxido de carbono pueden alcanzar concentraciones peligrosas en tan solo uno o dos minutos.
Nunca debemos dejar un vehículo con el motor encendido dentro del garaje, aunque sea por breve tiempo. El CO producido puede filtrarse a través de puertas, paredes e incluso conductos de ventilación, poniendo en riesgo a toda la familia.
Lo más alarmante es que, una vez apagado el motor, el gas puede permanecer en el garaje durante horas. Además, las condiciones del viento pueden hacer que el gas vuelva a entrar en el garaje o incluso sea empujado hacia el interior de la casa, aumentando el riesgo.
Generadores y parrillas en interiores
Los generadores portátiles son especialmente peligrosos cuando se utilizan incorrectamente. Estos dispositivos nunca deben operarse dentro de la casa o garaje, aunque las puertas y ventanas estén abiertas. El monóxido de carbono producido puede acumularse rápidamente, incluso en espacios parcialmente cerrados.
Para prevenir riesgos, el generador debe ubicarse siempre en un espacio exterior, a una distancia de al menos 6 metros de puertas, ventanas y conductos de ventilación. Esto evitará que los gases tóxicos ingresen al hogar.
Igualmente peligrosas son las parrillas a gas o carbón. Estas nunca deben utilizarse en interiores, ya que pueden producir niveles letales de monóxido de carbono. El uso de estos equipos debe limitarse exclusivamente a espacios abiertos y bien ventilados.
Muchas personas mueren por intoxicación con CO porque su generador no tenía la ventilación adecuada. Es importante entender que las ventanas y puertas abiertas NO evitan que el CO se acumule cuando un generador está en un espacio cerrado.
Fugas en calderas o termotanques
Las fugas en calderas y termotanques no solo representan un problema de pérdida de agua, sino también un serio riesgo de producción de monóxido de carbono. Cualquier caldera o generador de energía térmica descarga a la atmósfera gases de combustión.
Las fugas pueden producirse por diversos motivos, como el deterioro de los materiales, la acumulación de óxido en las tuberías, o el funcionamiento a presiones o temperaturas excesivamente altas. También pueden originarse por una mala instalación, por lo que es esencial realizar comprobaciones una vez finalizada la instalación.
Los sellos defectuosos son otra causa común de fugas. Si no aguantan bien la presión ejercida, pueden derivar en escapes que comprometan la seguridad. Asimismo, problemas en la válvula de control de temperatura o en el vaso de expansión pueden originar fugas peligrosas.
Estas fugas no solo significan un desperdicio de agua o energía, sino que pueden permitir la emisión de monóxido de carbono si la combustión es deficiente. Por ello, es vital contar con detectores de monóxido de carbono y realizar revisiones periódicas por profesionales matriculados.
Síntomas de intoxicación por monóxido de carbono
Reconocer los síntomas de intoxicación por monóxido de carbono puede salvar vidas, especialmente porque esta condición se manifiesta de forma progresiva y suele confundirse con otras enfermedades comunes. El monóxido de carbono afecta principalmente al cerebro y al corazón, produciendo síntomas que varían en gravedad según el tiempo de exposición y la concentración del gas.
Síntomas leves: dolor de cabeza, náuseas, mareos
Los primeros indicios de una intoxicación por monóxido de carbono son fácilmente confundibles con un cuadro gripal sin fiebre. Inicialmente, la persona afectada experimenta dolor de cabeza, que constituye el síntoma más común de esta intoxicación. A este malestar le siguen náuseas, mareos, debilidad general y una sensación de fatiga inexplicable.
Es fundamental prestar atención cuando estos síntomas aparecen en varias personas al mismo tiempo dentro de un mismo ambiente cerrado, ya que esto es un claro indicio de intoxicación por CO. Además, estos síntomas suelen aliviarse rápidamente cuando la persona sale al aire fresco, otra señal característica de este tipo de envenenamiento.
En niños pequeños, una intoxicación leve puede manifestarse de manera diferente: se muestran irritables, con llanto continuo y rechazo del alimento, lo que puede simular un cuadro meníngeo. Por esta razón, los pediatras deben estar especialmente atentos a estos signos durante los meses de invierno, cuando aumenta el uso de calefacción.
Síntomas moderados: confusión, visión borrosa
Cuando la exposición al monóxido de carbono continúa, los síntomas se intensifican. En esta etapa, la persona comienza a experimentar alteraciones en el razonamiento, confusión mental y dificultad para concentrarse. La visión borrosa es otro síntoma característico que aparece en esta fase, junto con irritabilidad y palpitaciones.
Los síntomas moderados también incluyen dolor en el pecho y dificultad para respirar, señales que pueden confundirse con problemas cardíacos. De hecho, muchas víctimas de intoxicación por monóxido de carbono son diagnosticadas erróneamente con intoxicaciones alimentarias, gripe o incluso accidentes cerebrovasculares debido a la similitud de los síntomas.
Un aspecto particularmente peligroso es que la persona puede no darse cuenta de la somnolencia como síntoma de intoxicación. Por lo tanto, alguien con una intoxicación moderada puede quedarse dormido y continuar respirando monóxido de carbono hasta que se produce un envenenamiento grave o la muerte.
Síntomas graves: pérdida de conciencia, coma
La intoxicación grave por monóxido de carbono representa una emergencia médica que requiere atención inmediata. En este estadio, la persona puede perder el conocimiento súbitamente, presentar convulsiones o caer en coma. Asimismo, pueden aparecer signos como hipotensión (presión arterial baja), arritmias cardíacas y paro respiratorio.
La temperatura corporal puede descender, mientras que la respiración se vuelve irregular. Esta fase es extremadamente peligrosa y frecuentemente resulta mortal si no se recibe tratamiento médico urgente. Los pacientes con intoxicación grave suelen presentar daños en múltiples órganos, particularmente en el cerebro y el corazón, debido a la falta de oxígeno en los tejidos.
Es importante señalar que aproximadamente un tercio de los pacientes con intoxicación moderada a grave presentan disfunción cardíaca, incluyendo arritmias y disfunción sistólica del ventrículo izquierdo. Esta condición puede complicar aún más el cuadro clínico y el pronóstico del paciente.
Síntomas tardíos: alteraciones neurológicas
Un aspecto poco conocido pero extremadamente preocupante de la intoxicación por monóxido de carbono son las secuelas neurológicas que pueden aparecer semanas después del episodio inicial. Este fenómeno, conocido como encefalopatía tardía por monóxido de carbono, se presenta entre la primera y la sexta semana después de ocurrido el episodio inicial, incluso cuando el paciente parecía haberse recuperado completamente.
Los síntomas tardíos incluyen deterioro cognitivo, pérdida de memoria, cambios en la personalidad, parkinsonismo, ataxia (falta de coordinación) y trastornos conductuales. Un caso típico es el de una persona que, tras recuperarse de la intoxicación aguda, continúa con sus actividades normales durante algunas semanas, hasta que sus familiares notan cambios en su conducta habitual, como apatía, desorientación o confusión.
Estos déficits neurocognitivos a largo plazo se producen en 15 a 40% de los pacientes. Los estudios muestran una incidencia de depresión, ansiedad y disfunción cognitiva superior al 40% a las seis semanas después de la intoxicación. Aunque los pacientes pueden mejorar durante muchos meses, e incluso hasta 1 año, a los 6 años después de la intoxicación por CO, todavía muestran una incidencia del 19% de déficits cognitivos y una incidencia del 37% de déficits neurológicos.
El riesgo de desarrollar estos síntomas tardíos es mayor en personas de edad avanzada y en aquellas que perdieron el conocimiento durante el episodio agudo. Asimismo, el pronóstico se ensombrece cuando el intervalo lúcido —definido como la latencia entre la intoxicación aguda y el inicio de los signos neuropsicológicos— ha sido más breve.
Diagnóstico y cómo detectar una intoxicación
Detectar a tiempo una intoxicación por monóxido de carbono puede ser extremadamente complicado debido a sus síntomas inespecíficos. El diagnóstico ideal se basa en una tríada clínica: síntomas compatibles, historia de exposición reciente y niveles elevados de carboxihemoglobina (COHb) en sangre.
Importancia del análisis de carboxihemoglobina
La determinación de carboxihemoglobina en sangre es la prueba fundamental para confirmar el diagnóstico de intoxicación por CO. Los valores normales no superan el 1-2% en personas no fumadoras, mientras que en fumadores pueden alcanzar hasta 7-10%. Se considera diagnóstico de intoxicación a partir del 5%. Sin embargo, es crucial entender que valores normales no descartan la intoxicación si el paciente ha recibido oxígeno previamente, ya que la COHb tiene una vida media de 3-4 horas respirando aire ambiente, reduciéndose a 30-90 minutos con oxígeno al 100%.
Uso de oxímetros especiales
Los oxímetros de pulso convencionales no pueden distinguir entre carboxihemoglobina y oxihemoglobina, lo que lleva a lecturas falsamente normales en casos de intoxicación. Por este motivo, se han desarrollado oxímetros específicos para CO que utilizan ocho longitudes de onda de luz en lugar de las dos usadas por oxímetros estándar. Aunque estos dispositivos proporcionan mediciones rápidas en el lugar del incidente, sus resultados deben confirmarse mediante análisis de laboratorio, ya que los valores normales de oximetría de CO de pulso no descartan completamente la intoxicación.
Síntomas similares a la gripe sin fiebre
Un aspecto clave para sospechar esta intoxicación es la presencia de síntomas similares a un cuadro gripal pero sin fiebre. Debemos estar alerta ante la combinación de cefalea, náuseas, mareos y fatiga sin causa aparente, especialmente durante los meses fríos. Asimismo, ante cuadros neurológicos y digestivos agudos en niños sin fiebre o síntomas similares a intoxicación alimentaria, es imprescindible considerar la exposición a CO como posible diagnóstico.
Evaluación de todos los convivientes
Cuando se detecta un caso de intoxicación por monóxido de carbono, resulta fundamental evaluar a todas las personas que comparten el mismo ambiente, incluso si están asintomáticas. Con frecuencia se identifican casos subclínicos que también requieren tratamiento. Si varias personas que viven juntas presentan síntomas similares simultáneamente, especialmente si estos mejoran al salir al aire libre, la sospecha de intoxicación por CO debe ser alta. Esta situación es particularmente relevante en viviendas que comparten el mismo sistema de calefacción.
Tratamiento de intoxicación por monóxido de carbono
Actuar con rapidez es fundamental cuando se sospecha una intoxicación por monóxido de carbono. El tratamiento adecuado puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, además de prevenir secuelas neurológicas a largo plazo.
Qué hacer ante una intoxicación por monóxido de carbono
La primera medida crucial es retirar inmediatamente a la persona del ambiente contaminado para que respire aire fresco. Si encuentras a alguien inconsciente en un espacio potencialmente afectado por CO, primero debes abrir puertas y ventanas para ventilar el lugar.
Para ingresar a un ambiente con posible presencia de CO, respira aire fresco varias veces y luego contén la respiración, colocándote un paño húmedo sobre nariz y boca. No enciendas fósforos ni encendedores, ya que algunos gases pueden ser inflamables.
Después de sacar a la víctima al aire libre, llama inmediatamente al 911 o a servicios médicos de emergencia. En Estados Unidos, más de 100.000 personas acuden a urgencias cada año por intoxicación accidental por monóxido de carbono.
Oxígeno normobárico vs. oxígeno hiperbárico
El tratamiento principal consiste en administrar oxígeno de alta concentración. Para casos leves, se utiliza oxígeno normobárico (a presión normal) con mascarilla no recirculante y reservorio a alto flujo (10-12 L/min), buscando alcanzar una FiO2 cercana al 100%. Este tratamiento acelera la eliminación del CO de la sangre y alivia los síntomas.
En casos moderados a graves, puede ser necesario el oxígeno hiperbárico, administrado en cámaras especiales donde la presión es dos o tres veces mayor a la normal. Este tratamiento reduce la vida media del CO en sangre de 320 a solo 20 minutos y está especialmente indicado para:
- Pacientes con pérdida de conciencia
- Mujeres embarazadas (incluso con niveles bajos de COHb)
- Personas con síntomas cardíacos o neurológicos graves
Cuándo acudir a urgencias
Cualquier sospecha de intoxicación por CO requiere atención médica inmediata. Sin embargo, es absolutamente imprescindible acudir a urgencias cuando:
- Hay pérdida de conciencia o imposibilidad de responder
- La persona presenta convulsiones o coma
- Existen síntomas cardíacos como dolor en el pecho o arritmias
- La víctima es una mujer embarazada
- Los síntomas son persistentes incluso después de salir al aire libre
Seguimiento médico posterior
Después del tratamiento inicial, es fundamental mantener un seguimiento médico para detectar posibles secuelas. Todos los pacientes que han sufrido intoxicación por CO deben someterse a evaluaciones neurológicas y cardiológicas.
Es particularmente importante vigilar la aparición de síntomas tardíos, ya que pueden manifestarse entre una y seis semanas después del episodio inicial, incluso cuando el paciente parecía haberse recuperado completamente. Estas evaluaciones deben incluir pruebas neurocognitivas, examen neurológico exhaustivo y, en algunos casos, resonancia magnética con gadolinio.
Cómo prevenir la intoxicación en casa en 2025
La prevención es la estrategia más efectiva contra la intoxicación por monóxido de carbono. Para proteger adecuadamente a tu familia, existen medidas concretas que debes implementar en tu hogar antes de que llegue el invierno.
Instalación de detectores de CO
Los detectores de monóxido de carbono son dispositivos esenciales que pueden salvar vidas. Instala al menos uno por piso, especialmente cerca de los dormitorios. Estos aparatos deben colocarse a la altura de los ojos (entre 1,5 y 1,7 metros del suelo) y a una distancia de 1 a 3 metros de cualquier fuente de calor.
Es importante revisar las baterías cada seis meses y reemplazar el dispositivo completo cada 5-7 años según las recomendaciones del fabricante. Recuerda que algunos detectores de enchufar podrían no activarse durante un corte de electricidad, por lo que los modelos con baterías de respaldo ofrecen mayor seguridad.
Mantenimiento anual de artefactos a gas
Todos los aparatos que funcionan con combustible deben ser revisados por un gasista matriculado al menos una vez al año. Esta revisión debe incluir calefones, termotanques, estufas, calderas y cualquier otro artefacto a gas.
Un punto fundamental es verificar que la llama sea siempre de color azul; si es amarilla o anaranjada, indica presencia de monóxido de carbono. Además, limpia regularmente las hornallas para evitar que los alimentos obstruyan los quemadores y generen una combustión deficiente.
Ventilación adecuada de ambientes
Mantén siempre una ventana parcialmente abierta, incluso durante el invierno. Ventila toda la casa una vez al día y asegúrate de que las rejillas de ventilación no estén obstruidas.
En habitaciones con estufas de gas natural, estas deben ser de tiro balanceado. Si utilizas gas envasado, como garrafa o cilindro, la ventilación de la habitación debe estar a la altura de los pies.
Evitar el uso de braseros o generadores en interiores
Nunca utilices braseros o estufas de llama libre dentro del hogar. Si necesitas usar un generador durante un corte de electricidad, colócalo siempre en el exterior, al menos a 6 metros de puertas y ventanas.
Tampoco enciendas motores de vehículos en garajes cerrados, incluso si la puerta está abierta. Las parrillas de carbón y los hibachis deben usarse exclusivamente en espacios abiertos.
Educación familiar sobre riesgos
Enseña a todos los miembros de tu familia, incluidos los niños, sobre los peligros del monóxido de carbono y cómo actuar en caso de emergencia. Establece un protocolo claro: abrir puertas y ventanas, apagar todos los elementos de combustión, salir al exterior y llamar al número de emergencias.
Compartir esta información con seres queridos puede salvar vidas, especialmente durante la temporada invernal cuando los riesgos aumentan considerablemente.
Conclusión
El monóxido de carbono representa una amenaza real y silenciosa para nuestra seguridad doméstica. Este gas letal acecha sin dar señales perceptibles, actuando con rapidez y eficacia cuando menos lo esperamos. Cada año, miles de personas pierden la vida o sufren graves secuelas neurológicas debido a esta causa perfectamente prevenible.
Recordemos que proteger a nuestra familia frente a este peligro invisible requiere acciones concretas. Primero, la instalación de detectores de monóxido de carbono en cada planta de la vivienda constituye una medida esencial que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Asimismo, el mantenimiento anual de todos los artefactos a gas por un profesional matriculado debe convertirse en una rutina inaplazable.
Sin duda, la ventilación adecuada de los ambientes representa otra barrera fundamental contra este asesino silencioso. Nunca debemos sacrificar la seguridad por el confort térmico; mantener una ventana parcialmente abierta, aunque haga frío, puede salvarnos la vida.
Además, resulta vital conocer los síntomas de intoxicación para actuar con rapidez ante cualquier sospecha. El dolor de cabeza, mareos, náuseas y somnolencia inexplicable deben encender nuestras alarmas, especialmente cuando afectan a varios miembros del hogar simultáneamente.
Al final, la conciencia sobre este peligro invisible constituye nuestra mejor defensa. Compartir esta información con nuestros seres queridos y educar a todos los miembros de la familia sobre cómo actuar en caso de emergencia puede prevenir tragedias. Ciertamente, cuando se trata del monóxido de carbono, el conocimiento no solo es poder: es supervivencia.
Tomemos acción hoy mismo para proteger nuestros hogares. La vida de quienes más amamos podría depender de ello.
FAQs
¿Cuáles son los síntomas más comunes de intoxicación por monóxido de carbono?
Los síntomas más comunes incluyen dolor de cabeza, mareos, náuseas, debilidad y confusión. Es importante notar que estos síntomas pueden confundirse fácilmente con una gripe, pero sin fiebre.
¿Cómo puedo prevenir la intoxicación por monóxido de carbono en mi hogar?
Para prevenir la intoxicación, instale detectores de CO en cada piso, realice mantenimiento anual de los artefactos a gas, asegure una ventilación adecuada en todos los ambientes y nunca use generadores o parrillas en espacios cerrados.
¿Por qué el monóxido de carbono es llamado el “asesino silencioso”?
Se le llama así porque es un gas inodoro, incoloro e insípido que puede acumularse en espacios cerrados sin ser detectado. Puede causar intoxicación grave o muerte antes de que las personas noten su presencia.
¿Qué debo hacer si sospecho una intoxicación por monóxido de carbono?
Si sospecha una intoxicación, salga inmediatamente al aire libre, abra todas las puertas y ventanas, apague cualquier fuente potencial de CO y llame a los servicios de emergencia. No vuelva a entrar hasta que el lugar haya sido declarado seguro.Si sospecha una intoxicación, salga inmediatamente al aire libre, abra todas las puertas y ventanas, apague cualquier fuente potencial de CO y llame a los servicios de emergencia. No vuelva a entrar hasta que el lugar haya sido declarado seguro.
¿Cuándo debo reemplazar mis detectores de monóxido de carbono?
Los detectores de CO deben reemplazarse cada 5-7 años, según las recomendaciones del fabricante. Además, es importante revisar las baterías cada seis meses y reemplazarlas cuando sea necesario para garantizar su funcionamiento correcto.